jueves, 28 de julio de 2011

Fallece Jan de Vos


Con inmensa pena les comunicamos el sensible fallecimiento del antropólogo
Jan de Vos ocurrido la madrugada del domingo 24 de julio de 2011 en la
Ciudad de México, a los 75 años de edad. El Colegio de Etnólogos y
Antropólogos Sociales AC se une a la pena que embarga a sus seres queridos,
colegas, alumnos y para toda la comunidad antropológica y de historiadores
de México y Bélgica.

Jan de Vos fue Profesor-investigador del CIESAS-Sureste, Historiador
incansable, con una capacidad y una creatividad envidiables. Doctor en esa
misma disciplina por la Universidad Católica de Lovaina, y con estudios de
posgrado en Teología Católica y Protestante.

De origen belga, desde 1973 vivió en nuestro país, la mayor parte del tiempo
en Chiapas. Estudió tanto la historia colonial como la historia regional del
sureste. Como formador de nuevas generaciones escribió varios textos de
divulgación, entre ellos Nuestra raíz (2001) que es una historia de los
pueblos indios de Chiapas escrita en español y en tsotsil, tseltal, chol y
tojolabal.

Pasó la primera década de su residencia en México trabajando como agente de
pastoral en la diócesis de San Cristóbal de las Casas. Entró al CIESAS en
1987, al cumplir cuatro años de investigación, primero en el Centro de
Investigaciones Ecológicas del Sureste (1983-1986) y después en el Instituto
Nacional de Antropología e Historia (1986-1987). Su tiempo en el CIESAS se
divide en tres etapas: de 1987 a 1993 en CIESAS-Sureste, de 1994 a 2003 en
CIESAS D.F., y desde 2033 nuevamente en CIESAS-Sureste.
Fue miembro del Sistema Nacional de Investigadores y de la Academia Mexicana
de Ciencias, y miembro correspondiente de la Academia de Geografía e
Historia de Guatemala. En 1986, recibió un premio académico (el Premio
Chiapas) y en 1992 recibió el Premio Nacional Juchimán de Plata.

Durante su vida en Chiapas realizó investigaciones relevantes y escribió
libros sobre la historia de la región Lacandona y sobre los procesos que
llevaron a la conflicto de Chiapas.
Con el tiempo, y con las relaciones con los indígenas mayas de la región
Lacandona, adoptó un punto de vista bajo la influencia de la teología de la
liberación:
"Llegué a Chiapas para que el pueblo maya de la Palabra de Dios, sino que me
convirtió en su lugar"
Después de haber adquirido una gran reputación por sus estudios en la Selva
Lacandona, fue invitado como asesor invitado permanente por el EZLN en las
negociaciones entre el gobierno y el EZLN en San Andrés Larráinzar en 1995.
Como una persona distinguida en la región participó en el Consejo Consultivo
(Consejo Consultivo de PRODESIS) de la UE / Chiapas por el desarrollo.

En su respuesta a una pregunta en el Parlamento Europeo, la Comisaria
Ferrero-Waldner se refiere a Jan de Vos para subrayar el carácter
transparente y democrático del proyecto:
"Desde el punto de vista institucional, el énfasis principal se ha puesto en
la participación inclusiva y el control de la sociedad civil dentro del
Consejo Consultivo de PRODESIS", es una universidad de la sociedad civil que
en la actualidad cuenta con 30 miembros de organizaciones de la sociedad
regional y nacional civil. Durante una entrevista en 2007, sin embargo, de
Vos fue muy crítico de la forma de operar de PRODESIS, y escéptico sobre los
posibles resultados. En su opinión, la gente de la región Lacandona ha sido
traicionada reiteradamente (este es un sentimiento fuerte de la región) y el
PRODESIS podría cometer los mismos errores como precursor de proyectos como
PIDDS y el programa de las Cañadas.

Sus publicaciones son muy numerosas, más de 70, entre ellas alrededor de 10
libros. Entre las obras indispensables para conocer la sobre la historia de
Chiapas, Jean de Vos escribió: Fray Pedro Lorenzo de la Nada y La batalla de
El Sumidero.

También, entre sus obras destaca la trilogía sobre la historia de la selva
Lacandona:

- La Paz del Dios y del Rey: La Conquista de la Selva Lacandona, 1525-1821.
(1980)
- Oro verde: la Conquista de la Selva Lacandona Por los Madereros
tabasqueños, 1822-1949. (1988)
- Una Tierra Para Sembrar Sueños: Historia Reciente de la Selva Lacandona,
1950-2000. (2002)

Un extracto de la introducción a La Paz de Dios y el Rey, La conquista de la
Selva Lacandona, 1525-1821 dice así:
"Para la civilización occidental, violenta y opresiva de la naturaleza, las
culturas indígenas siguen siendo una molestia que tiene que ser eliminada.
En la actualidad, varios países de América del Sur siguen exterminando a
sangre fría a los últimos pueblos indígenas libres de la selva amazónica.
Otros países se limitan a la destrucción de las culturas autóctonas y se
fuerza a los indígenas a entrar en la sociedad nacional, sólo para que se
conviertan en ciudadanos de segunda, desarraigados. En otros países se
incluyen, por razones filantrópicas dudosas, en las reservas (a veces
territoriales, a veces sutilmente culturales), en la que los indígenas están
condenados a vivir como piezas de museo, sin condiciones para participar
libremente en la vida de la nación a la que pertenecen. Y no hay un solo
país en el continente americano, donde los indios no son económicamente
explotados y oprimidos socialmente por los blancos y hermanos mestizos "(La
Paz de Dios y del Rey, La conquista de la Selva Lacandona 1525-1821;.
México, Fondo de Cultura Económica, 1993)

Lo comunicamos con pesar y solidaridad para sus familiares, colegas y
alumnos. Descanse en paz Jan de Vos, historiador, sabicultor en tierras
mayas.

Aquí dos notas periodísticas
El Universal
http://www.eluniversal.com.mx/notas/781419.html
La Jornada
http://www.jornada.unam.mx/2011/07/25/cultura/a40n1cul

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Colegio de Etnólogos y Antropólogos Sociales AC (CEAS) México.
WEB: www.ceas.org.mx/
http://ceasmexico.wordpress.com/

lunes, 4 de abril de 2011

Carta abierta a políticos y criminales - Javier Sicilia

El brutal asesinato de mi hijo Juan Francisco, de Julio César Romero Jaime, de Luis Antonio Romero Jaime y de Gabriel Anejo Escalera, se suma a los de tantos otros muchachos y muchachas que han sido igualmente asesinados a lo largo y ancho del país a causa no sólo de la guerra desatada por el gobierno de Calderón contra el crimen organizado, sino del pudrimiento del corazón que se ha apoderado de la mal llamada clase política y de la clase criminal, que ha roto sus códigos de honor.

No quiero, en esta carta, hablarles de las virtudes de mi hijo, que eran inmensas, ni de las de los otros muchachos que vi florecer a su lado, estudiando, jugando, amando, creciendo, para servir, como tantos otros muchachos, a este país que ustedes han desgarrado. Hablar de ello no serviría más que para conmover lo que ya de por sí conmueve el corazón de la ciudadanía hasta la indignación. No quiero tampoco hablar del dolor de mi familia y de la familia de cada uno de los muchachos destruidos. Para ese dolor no hay palabras –sólo la poesía puede acercarse un poco a él, y ustedes no saben de poesía–. Lo que hoy quiero decirles desde esas vidas mutiladas, desde ese dolor que carece de nombre porque es fruto de lo que no pertenece a la naturaleza –la muerte de un hijo es siempre antinatural y por ello carece de nombre: entonces no se es huérfano ni viudo, se es simple y dolorosamente nada–, desde esas vidas mutiladas, repito, desde ese sufrimiento, desde la indignación que esas muertes han provocado, es simplemente que estamos hasta la madre.

Estamos hasta la madre de ustedes, políticos –y cuando digo políticos no me refiero a ninguno en particular, sino a una buena parte de ustedes, incluyendo a quienes componen los partidos–, porque en sus luchas por el poder han desgarrado el tejido de la nación, porque en medio de esta guerra mal planteada, mal hecha, mal dirigida, de esta guerra que ha puesto al país en estado de emergencia, han sido incapaces –a causa de sus mezquindades, de sus pugnas, de su miserable grilla, de su lucha por el poder– de crear los consensos que la nación necesita para encontrar la unidad sin la cual este país no tendrá salida; estamos hasta la madre, porque la corrupción de las instituciones judiciales genera la complicidad con el crimen y la impunidad para cometerlo; porque, en medio de esa corrupción que muestra el fracaso del Estado, cada ciudadano de este país ha sido reducido a lo que el filósofo Giorgio Agamben llamó, con palabra griega, zoe: la vida no protegida, la vida de un animal, de un ser que puede ser violentado, secuestrado, vejado y asesinado impunemente; estamos hasta la madre porque sólo tienen imaginación para la violencia, para las armas, para el insulto y, con ello, un profundo desprecio por la educación, la cultura y las oportunidades de trabajo honrado y bueno, que es lo que hace a las buenas naciones; estamos hasta la madre porque esa corta imaginación está permitiendo que nuestros muchachos, nuestros hijos, no sólo sean asesinados sino, después, criminalizados, vueltos falsamente culpables para satisfacer el ánimo de esa imaginación; estamos hasta la madre porque otra parte de nuestros muchachos, a causa de la ausencia de un buen plan de gobierno, no tienen oportunidades para educarse, para encontrar un trabajo digno y, arrojados a las periferias, son posibles reclutas para el crimen organizado y la violencia; estamos hasta la madre porque a causa de todo ello la ciudadanía ha perdido confianza en sus gobernantes, en sus policías, en su Ejército, y tiene miedo y dolor; estamos hasta la madre porque lo único que les importa, además de un poder impotente que sólo sirve para administrar la desgracia, es el dinero, el fomento de la competencia, de su pinche “competitividad” y del consumo desmesurado, que son otros nombres de la violencia.

De ustedes, criminales, estamos hasta la madre, de su violencia, de su pérdida de honorabilidad, de su crueldad, de su sinsentido.

Antiguamente ustedes tenían códigos de honor. No eran tan crueles en sus ajustes de cuentas y no tocaban ni a los ciudadanos ni a sus familias. Ahora ya no distinguen. Su violencia ya no puede ser nombrada porque ni siquiera, como el dolor y el sufrimiento que provocan, tiene un nombre y un sentido. Han perdido incluso la dignidad para matar. Se han vuelto cobardes como los miserables. Son derkommandos nazis que asesinaban sin ningún sentido de lo humano a niños, muchachos, muchachas, mujeres, hombres y ancianos, es decir, inocentes. Estamos hasta la madre porque su violencia se ha vuelto infrahumana, no animal –los animales no hacen lo que ustedes hacen–, sino subhumana, demoniaca, imbécil. Estamos hasta la madre porque en su afán de poder y de enriquecimiento humillan a nuestros hijos y los destrozan y producen miedo y espanto.

Ustedes, “señores” políticos, y ustedes, “señores” criminales –lo entrecomillo porque ese epíteto se otorga sólo a la gente honorable–, están con sus omisiones, sus pleitos y sus actos envileciendo a la nación. La muerte de mi hijo Juan Francisco ha levantado la solidaridad y el grito de indignación –que mi familia y yo agradecemos desde el fondo de nuestros corazones– de la ciudadanía y de los medios. Esa indignación vuelve de nuevo a poner ante nuestros oídos esa acertadísima frase que Martí dirigió a los gobernantes: “Si no pueden, renuncien”. Al volverla a poner ante nuestros oídos –después de los miles de cadáveres anónimos y no anónimos que llevamos a nuestras espaldas, es decir, de tantos inocentes asesinados y envilecidos–, esa frase debe ir acompañada de grandes movilizaciones ciudadanas que los obliguen, en estos momentos de emergencia nacional, a unirse para crear una agenda que unifique a la nación y cree un estado de gobernabilidad real. Las redes ciudadanas de Morelos están convocando a una marcha nacional el miércoles 6 de abril que saldrá a las 5:00 PM del monumento de la Paloma de la Paz para llegar hasta el Palacio de Gobierno, exigiendo justicia y paz. Si los ciudadanos no nos unimos a ella y la reproducimos constantemente en todas las ciudades, en todos los municipios o delegaciones del país, si no somos capaces de eso para obligarlos a ustedes, “señores” políticos, a gobernar con justicia y dignidad, y a ustedes, “señores” criminales, a retornar a sus códigos de honor y a limitar su salvajismo, la espiral de violencia que han generado nos llevará a un camino de horror sin retorno. Si ustedes, “señores” políticos, no gobiernan bien y no toman en serio que vivimos un estado de emergencia nacional que requiere su unidad, y ustedes, “señores” criminales, no limitan sus acciones, terminarán por triunfar y tener el poder, pero gobernarán o reinarán sobre un montón de osarios y de seres amedrentados y destruidos en su alma. Un sueño que ninguno de nosotros les envidia.

No hay vida, escribía Albert Camus, sin persuasión y sin paz, y la historia del México de hoy sólo conoce la intimidación, el sufrimiento, la desconfianza y el temor de que un día otro hijo o hija de alguna otra familia sea envilecido y masacrado, sólo conoce que lo que ustedes nos piden es que la muerte, como ya está sucediendo hoy, se convierta en un asunto de estadística y de administración al que todos debemos acostumbrarnos.

Porque no queremos eso, el próximo miércoles saldremos a la calle; porque no queremos un muchacho más, un hijo nuestro, asesinado, las redes ciudadanas de Morelos están convocando a una unidad nacional ciudadana que debemos mantener viva para romper el miedo y el aislamiento que la incapacidad de ustedes, “señores” políticos, y la crueldad de ustedes, “señores” criminales, nos quieren meter en el cuerpo y en el alma.

Recuerdo, en este sentido, unos versos de Bertolt Brecht cuando el horror del nazismo, es decir, el horror de la instalación del crimen en la vida cotidiana de una nación, se anunciaba: “Un día vinieron por los negros y no dije nada; otro día vinieron por los judíos y no dije nada; un día llegaron por mí (o por un hijo mío) y no tuve nada que decir”. Hoy, después de tantos crímenes soportados, cuando el cuerpo destrozado de mi hijo y de sus amigos ha hecho movilizarse de nuevo a la ciudadanía y a los medios, debemos hablar con nuestros cuerpos, con nuestro caminar, con nuestro grito de indignación para que los versos de Brecht no se hagan una realidad en nuestro país.

Además opino que hay que devolverle la dignidad a esta nación.