jueves, 29 de octubre de 2009

Arrullo al revés (Jela'an wensik) — (Lourdes Cabrera, Svetlana Larrocha; Traducción al maya: Aracely Poot Cen)

Arrullo al revés

No cierres los ojos, niña taciturna...
No te extravíes en el túnel de los sueños

No cuentes ovejas
mejor mariposas
carrouseles
muñecas

Cuido tu vigilia
de hadas malignas
castillos de arena
de rompecabezas
conmigo, no temas

Manténte despierta
deja que en mi vivan
tus silencios que gritan
inquietas nostalgias
soledades viejas

Si quieres invento
mudos cascabeles
espigas obscuras
espumas turquesas
pero que siempre sean míos, mi niña,
tus cabellos (hebras de sol que me enredan)
tu ternura frágil...
que nunca se duerma.



Jela’an wensik

Ma’ muts’ a wich chan X-ok’om óolal...
Ma’ a saataal ichil a wenel
ma’ a xookik taman
mas malo’ob péepem,
pe’etil,
ba’axalo’ob.
Kin kanantik áak’abe’
ti’ le x-wáayo’ob
u suusil naj
ku saatko’ob a natil.
Wa’ yéetel teene’ ma’ a ch’ai sajkil.
ma’ a wenel,
p’aat tu kuxtal tin wiknal
a yautil ma’ k’ami’
junp’éel ok’om óolal
úuchben ch’eneknakil.
Wa a k’áatej je in beetik
kóok ts’áab,
boox yi’,
ya’ax u yomil
Ba’ale, láayli’e chéen in tia’alo’ob, in chan
X-ch’úupaal,
u tso’otsel a pool (julk’iin ku babal k’aaxte)
a yakunal
mix bik’in u bíin wenel.


--------------------------------------------------------------------------------

Estos materiales se publicaron en: Navegaciones Zur (Revista bimestral del Centro Yucateco de Escritores, A.C.) No. 20, Mérida Yucatán, marzo de 1998

jueves, 1 de octubre de 2009

De la noble esterilidad de los ingenios* — Julio Torri

*

...et néanmoins il n'a jamais réussi a rien,
parce qu'il croyait trop a l'impossible.
Baudelaire

Para el vulgo sólo se es autor de los libros que aparecen en la edición definitiva. Pero hay otras obras, más numerosas siempre que las que vende el librero, las que se proyectaron y no se ejecutaron; las que nacieron en una noche de insomnio y murieron al día siguiente con el primer albor.
El crítico de los ingenios estériles -ilustre profesión, a fe mía- debe evocar estas mariposas negras del espíritu y representarnos su efímera existencia. Tienen para nosotros el prestigio de lo fugaz, el refinado atractivo de lo que no se realiza, de lo que vive sólo en el encantado ambiente de nuestro huerto interior.
Los escritores que no escriben -Rémy de Gourmont ensalzó esta noble casta- se llevan a la penumbra de la muerte las mejores obras, las que están impregnadas de tan agudo sentido de la belleza que no las hubiera estimado tal vez la opinión, ni entendido acaso los devotos mismos.
Se escribe por diversos motivos; con frecuencia, por escapar a las formas tristes de una vida vulgar y monótona. El mundo ideal que entonces creamos para regalo de la inteligencia, carece de leyes naturales, y las montañas se deslizan por el agua de los ríos, o éstos prenden su corriente de las altas copas de los árboles. Las estrellas se pasean por el cielo en la más loca confusión y de verlas tan atolondradas y alegres los hombres han dejado de colgar de ellas sus destinos.
Evadirnos de la fealdad cotidiana por la puerta de lo absurdo he aquí el mejor empleo de nuestra facultad creadora. Los que no podemos inventar asuntos, nos encaramamos en los zancos de la ideología estéril y forjando teorías sobre la forma de las nubes o enumerando las falacias populares que contiene la cabeza de un periodista, empleamos la vida que no consumió la acción.
¡Si fuéramos por ventura de la primera generación literaria de hombres, cuando florecían en toda su irresistible virginidad aun los lugares comunes más triviales!
____________________
* En De fusilamientos y otras narraciones. México, FCE, 1992, pp. 36-37.