lunes, 1 de diciembre de 2008

Gracias Enriqueta — Angélica Santa Olaya

Querida Enriqueta*:

¿Cómo decirte que la noticia de tu muerte me ha rociado con cristales diminutos el trazo de la pluma? ¿Cómo intentar verte callada con el estómago lleno de esas púas que tan bien conozco? En tu recuerdo no caben los silencios infértiles. Caben las urgencias, el sol, los trigos, las vírgenes arrastrando su viento de casa en ruinas y tu mano buscando el resquicio por el que se desliza, resbalosa y salobre, la vida. Cabe tu paso de pájaro impaciente y tus quijadas fuertes masticando estrellas en medio de la tormenta. Cabe tu palabra irreverente gritando las mentiras que nos tatúan en la frente a las mujeres al nacer. Tú fuiste virgen, dulce y tierna, pero también probaste la hiel que destilan las amapolas cuando son arrancadas a destiempo. Conociste el olor fresco del amor y el vaho fétido que va dejando tras de sí la espera que lo sigue de puntillas. Te amaneció y te llegó la sombra a veces y tú continuabas sonriendo porque tenías hambre de ser. Siempre tendré la sensación de que no se te regalaron suficientes rosas porque todavía es mal visto que una mujer hable del amor y las urgencias que en el vientre se desgajan. Porque a veces gritar no es suficiente cuando no hay quien nos escuche porque no tenemos la voz atronadora del que exprime los luceros. Gracias por enseñarme a morder las propias y desahuciadas palabras; por desear, con todo tu magullado cuerpo de poeta, que se hicieran realidad mis temblorosas aspiraciones; por recordarme que “a veces de tan hambrientos inventamos el sueño, la esperanza…” Gracias.

Angélica Santa Olaya

*A la muerte de Enriqueta Ochoa. Noticia: Fallese Enriqueta Ochoa (http://pensarymalpensar.blogspot.com/2008/12/fallece-enriqueta-ochoa.html)

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